I can´t get no…satisfyer.

Mientras Galicia se convierte en el primer territorio español oficialmente libre de coronavirus y esperamos una avalancha estival de casos procedentes de otras comunidades, entre noticias de posibles vacunas y teorías que vaticinan rebrotes otoñales o la desaparición de la pandemia, encuentro en la prensa intermitentes pero unánimes loas al milagroso satisfyer. Y no deja de asombrarme esta pertinaz santificación de la autosatisfacción femenina, un triunfo más de la sociedad neoliberal, quizás el más brillante porque se hace pasar por progre, por feminista, un producto que tiene una naturaleza innegablemente capitalista. Me explico, nada más lejos de mi intención hacer una reprobación moral del onanismo, ni tampoco creo que sus practicantes sufran espinillas o sequedad neuronal como efectos adversos, pero me niego a aceptar que el uso del satisfyer sea una forma superlativa de erotismo. Más bien es lo opuesto, una negación del erotismo, porque éste, como una manifestación del amor, ...