El doppelgänger.

Me llamo Antonio José Quintanilla Ridruejo y lo proclamo desde la primera línea porque es importante para la historia que quiero contarles. No es un nombre común, y por ello me resultó curioso (y fue motivo de chanzas entre mis compañeros) que ingresase un paciente a mi cargo llamado José Antonio Ridruejo Quintanilla. El hombre había tenido mala suerte, ya que había desarrollado una neumonía por coronavirus apenas dos días después de haber recibido la segunda dosis de la vacuna y, mas allá de las bromas, su pronóstico vital me preocupaba seriamente. Sus constantes vitales eran buenas, pero la oxigenación de la sangre estaba seriamente comprometida y necesitaba la aportación de un alto flujo del gas para asegurar el adecuado funcionamiento de sus órganos. Me presenté, le expliqué su enfermedad y la estrategia terapéutica que había decidido para curarlo. -Curiosa coincidencia la de los nombres, ¿no cree doctor? -Pues sí, la verdad es que desafía a las posibilidades estadísticas...