Lo más importante es que lo más importante sea lo más importante (Stephen Covey).
Diego Garrocho ganó un premio periodístico, el premio “David Gistau”, con una columna titulada “Carta a un joven postmoderno” ( https://www.elespanol.com/opinion/tribunas/20210115/carta-joven-postmoderno/551314865_12.html ). En ella, el autor ratifica sin ningún atisbo de piedad la condena de un joven a la melancolía y a la ruina vital. El personaje representa a una generación de occidentales desilusionados, depres y autocompasivos que avanzan a trompicones con el único sostén de una caja de pastillas en la mesita de noche y una suscripción a Netflix. El diagnóstico es contundente e inflexible, la pérdida de rumbo se debe al abandono de valores sólidos y a la incapacidad de sustituirlos por otros que puedan proporcionar eso que se llama “sentido de la vida”. El artículo me ha hecho pensar. Reconozco sin dificultad ese prototipo de persona que, aún sin carencias materiales, es incapaz de llenar su tiempo con actividades verdaderamente satisfactorias. Lo veo diariamente en...