Te lo dije, papá, te lo dije.

El fútbol fue mi primera inmersión en la edad adulta. Siendo seguidor de un equipo que pretende ser alternativa a los dos hiperpastones de la Liga española, me enfrenté una y otra vez a la frustración de ver como mi Atlético era perjudicado por los árbitros cuando jugaba contra los poderosos (no en todos los partidos, evidentemente, pero sí en muchas ocasiones). El sentimiento de ser víctima de una injusticia no es natural para un niño, así que acudía a la figura paterna en busca de una explicación; pero mi padre (hincha de uno de los dos hiperpastones) siempre me contestaba con una frase prefabricada: “hijo, los árbitros son humanos y se equivocan, unas veces te dan y otras te quitan”. Este argumento era el mismo que proclamaban los periodistas de la radio y televisión ante un penalty en el último minuto o un gol en fuera de juego escandaloso. Confiado en la honestidad de los adultos, esperé en vano que (siendo el azar el factor decisivo) el error cayese de parte de mi equipo. N...