De cómo Morata pasó de villano a héroe.

Con total honradez: es cierto que Morata lucha lo indecible en los partidos, que es un buen capitán, que recupera balones, y me creo que es una persona adorable y que goza del aprecio de sus compañeros, pero, coño, a un delantero centro se le pide que marque goles. Marcó uno en el equipo más goleador de la historia de la Eurocopa. Por ello ha recibido críticas, algunas razonables y otras despiadadas y de mal gusto. Y su reacción ha sido la más habitual en estos tiempos, adquirir el estatus de víctima, el que adoptaron ilustres predecesoras como Rociíto o Begoña Sánchez. O el que luce el mismísimo Donald Trump como enseña electoral. ¿Y por qué alguien querría ser víctima? Porque una vez que es aceptada como tal, queda exenta de toda crítica, está a salvo. Y así ha sido: en los últimos días han proliferado las columnas en los periódicos y los comentarios en la radio en defensa de Morata, ese hombre que tuvo la valentía de desnudarse públicamente, de mostrar su debilidad y sufrimi...