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Mostrando entradas de enero, 2019

Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer.

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Entre los escritores malditos estadounidenses (y hay unos cuantos), David Foster Wallace ocupa un destacado lugar por méritos propios. Es el autor de una de las novelas más citadas y menos leídas de la literatura americana (“La broma infinita”), es un escritor de culto para alguno de sus contemporáneos (Jonathan Franzen) y, sobre todo, alguien que tuvo la feliz idea de hacer un bonito cadáver ahorcándose a los 46 años (padecía una depresión mayor). Como curiosidad, y de forma coherente con el nombre de este blog, había nacido en Ithaca (NY). Entre sus obras hay una muy divertida, compuesta de ensayos cortos que ridiculizan costumbres occidentales (es hilarante su descripción de un crucero) y es precisamente de este libro del que he tomado “prestado” el título. Mi humilde aportación versa acerca de los “hoteles de todo incluido”, específicamente en su modalidad “con niños”. Los hoteles de “todo incluido” con niños (en adelante HTIN) son lugares muy socorridos para todos los que he...

La solitaria condición de las personas-espejo.

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En una entrada anterior hablaba de la importancia de los valores y también de la diferencia entre lo “humano” (entendido como una desviación temporal de la conducta en referencia a los valores que uno mismo considera básicos, motivada por la débil naturaleza de las personas) y lo “blandengue” (interpretado como un abandono de los valores propios, un cambio diametral de punto de referencia moral por miedo o por pura conveniencia). Muchos somos humanos, bastantes son blandengues, pero hay una tercera categoría mucho más infrecuente: las personas que rara vez se apartan de sus valores. A estas últimas me gusta llamarlas “personas-espejo”, porque en ellas podemos ver reflejada nuestra "humanidad" o "blandenguería". Pongamos un ejemplo. Imaginemos una oficina en la que trabaja desde hace años un grupo de administrativos. Todos se conocen y han llegado a acuerdos más o menos explícitos para llegar tarde de vez en cuando, para salir un rato a tomar un café o hacer la...

El ¿irresoluble? problema de las tres patas.

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Uno de los enigmas clásicos de la astronomía fue el problema de los tres cuerpos: no se puede determinar mediante una solución analítica general (como en su día mostró Poincaré), para cualquier instante, las posiciones y velocidades de tres cuerpos de cualquier masa que están sometidos a atracción gravitacional mutua y partiendo de unas posiciones y velocidades dadas. Que no podamos encontrar una solución en términos de funciones elementales no quiere decir que tal solución no exista. De hecho, el matemático finés Sundman proporcionó en 1912 una solución al problema de los tres cuerpos por medio de una serie convergente (serie numérica en la que la sucesión de sumas parciales converge en un número real), y sí hay soluciones analíticas para ciertas configuraciones, como cuando se asume que una de las masas es despreciable y se atribuyen órbitas especificas o posiciones fijas. Además, la ciencia siempre encuentra soluciones y atajos y en la época de los supercomputadores se puede re...