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Mostrando entradas de noviembre, 2019

La reaparición (cuento de fútbol).

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Para mi hijo D, que lo tiene todo menos unas rayas blancas en su camiseta. Yo fui el rey. El mejor para mucha gente, a la vez admirado y querido. Yo fui el héroe, el que marcó el gol decisivo que dio la primera Champions al Atlético de Madrid. Fui quien cumplió el sueño de muchos colchoneros que ya no confiaban en vivir lo suficiente para admirar esa copa en las vitrinas del museo del Metropolitano.   Pero es justo decir que no lo hice solo, era parte de un magnífico plantel con el mejor arquero del mundo, Requena, un porteño seguro y autoritario, y dos laterales, Rivero y Grimi, infatigables velocistas que tanto bloqueaban un pase en el campo propio como aparecían por sorpresa en el área ajena para ejecutar un centro letal. Y estaban Ledesma y Caruzzo, dos sobrios centrales que no se dirigían la palabra fuera del estadio, pero que durante el partido eran una pareja del batallón sagrado de Tebas. En la posición del cinco solía jugar Nsame, un camerunés taciturno que nunca...

Dos versiones del ACO.

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Para los que no lo sepan, el ACO es la coexistencia de asma y EPOC en un mismo paciente. Esta es mi visión irónica de esta patología, la científica, mucho más aburrida, se puede encontrar en pubmed. https://vimeo.com/manage/375462897/general https://vimeo.com/manage/375464027/general

El ejecutivo que resbaló con una monda de plátano.

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Hace tiempo tuve la oportunidad de ver (o leer, no lo recuerdo bien) una entrevista a Antonio Ozores, un productor de cine patrio y racial que fue responsable de éxitos comerciales tales como “Yo hice a Roque III” o “Cristóbal Colón de oficio descubridor”. Le preguntaban si no se arrepentía de haber producido únicamente películas destinadas a provocar la carcajada fácil en los espectadores y si no había echado en falta una carrera más ambiciosa, más “artística”. El tipo contestó algo que me pareció una genialidad: “Mire usted, el cine se puede resumir en la siguiente escena: un ejecutivo camina por una calle elegantemente vestido con un traje de rayas diplomáticas y sujetando un maletín de piel. Seguro de sí mismo, con la vista al frente, no repara en una monda de plátano que está tirada en la acera. La pisa, resbala y se da una brutal costalada. El 80% de los espectadores estallará en convulsas carcajadas, el 15% se preocupará acerca de las consecuencias de la caída (si el pobre...