La reaparición (cuento de fútbol).

Para mi hijo D, que lo tiene todo menos unas rayas blancas en su camiseta. Yo fui el rey. El mejor para mucha gente, a la vez admirado y querido. Yo fui el héroe, el que marcó el gol decisivo que dio la primera Champions al Atlético de Madrid. Fui quien cumplió el sueño de muchos colchoneros que ya no confiaban en vivir lo suficiente para admirar esa copa en las vitrinas del museo del Metropolitano. Pero es justo decir que no lo hice solo, era parte de un magnífico plantel con el mejor arquero del mundo, Requena, un porteño seguro y autoritario, y dos laterales, Rivero y Grimi, infatigables velocistas que tanto bloqueaban un pase en el campo propio como aparecían por sorpresa en el área ajena para ejecutar un centro letal. Y estaban Ledesma y Caruzzo, dos sobrios centrales que no se dirigían la palabra fuera del estadio, pero que durante el partido eran una pareja del batallón sagrado de Tebas. En la posición del cinco solía jugar Nsame, un camerunés taciturno que nunca...