Recetas para una sanidad enferma.

En plena “segunda ola”, una vez desvanecida la ilusión de que el virus mute y desaparezca de la faz de la tierra, leyendo los comentarios de  relevantes especialistas asegurar que jamás en la historia de la humanidad una epidemia vírica ha terminado con la llamada “inmunidad de rebaño” (argumento sólido, porque sólo la vacunación general ha eliminado el sarampión, viruela, polio, etc), y haciéndome a la idea de que esto va a durar hasta que algún científico acierte con la vacuna adecuada, me detengo para poner sobre la mesa algunos remedios que podrían mejorar el estado clínico de la desfallecida “mejor sanidad del mundo”. Creo que el SARS-Cov2 nos ha dado algunas lecciones relevantes que dudosamente aprovecharemos: la descentralización no se ha mostrado como el eficiente método de gestión que los políticos no cesan de alabar (más administraciones, más puestos para los “representantes del pueblo”) y deberíamos hacer algo para limpiar la nómina de irresponsables que han tomado las decisiones durante estos meses. Al menos han asumido su mediocridad y ya no tratan de justificar una atroz gestión de la pandemia, sino de echarse la culpa unos a otros en un espectáculo que, para mayor bochorno, apoyan medios de comunicación y ciudadanía. Como eso no tiene arreglo (sería necesaria una previa revolución cultural en este no-país) me centraré en algunas medidas que sí podrían mejorar el sistema sanitario (pero que, por supuesto, no se van a aplicar nunca).

-El concepto de “eficiencia”, tan utilizado por políticos y gestores en las décadas pasadas no era más que un eufemismo para sustituir a la palabra que en realidad se estaba empleando: ahorro. Con esta excusa, se aplazaron renovaciones de material y contrataciones de personal necesario, a la par que se justificaron contratos humillantes para los profesionales. Los políticos prometieron después del descalabro de la “primera ola” que todo eso iba a cambiar, pero ni siquiera se apuntan nuevas iniciativas. Se precisa un debate serio acerca de cuánto dinero se debe destinar a la sanidad en España.

-No se tiene en cuenta la calidad de las actuaciones médicas, sólo la cantidad y el coste. Y los resultados no son los mismos en los diferentes servicios y hospitales. Como ejemplo, la mortalidad por coronavirus puede ser el doble en un lugar que en otro de la misma comunidad. No conozco que jamás se haya abierto una investigación para aclarar estos hechos u otros parecidos. Es necesaria una auditoría de resultados basada en calidad. Y es perfectamente factible, conocemos los indicadores.

-El mérito y la excelencia no se contemplan. Como un reflejo de lo que ocurre en general en la sociedad, se prima más la obediencia ciega y el servilismo a la hora de cubrir puestos de responsabilidad. Tampoco se tienen en cuenta para la carrera profesional, lo que convierte en verdaderos héroes a aquellos que llevan su oficio más allá de la mera obligación funcionarial. Debemos abandonar la senda del “todos iguales” marcada por los sindicatos y favorecer el mérito.

-No existe una libre circulación de médicos en el territorio nacional. El sistema de listas, la exigencia de idiomas, el cómputo de tiempo trabajado en cada Comunidad, las plazas “en propiedad”… hacen más difícil para un gallego obtener trabajo en Ponferrada que en Ámsterdam. Sin embargo, sabemos que la endogamia es letal para los servicios sanitarios. En mi opinión, habría que favorecer la libre circulación de médicos eliminando absurdos obstáculos, abandonar el sistema de plazas por oposición e impulsar una carrera profesional basada en el mérito.

-Ser investigador médico en este país es una chifladura. Imaginemos a un residente que termina su periodo de formación y quiere hacer la tesis o participar en un proyecto de investigación de largo alcance. A duras penas conseguirá una beca, y tendrá que aceptar que ese tiempo no compute a efectos curriculares. Es decir, un compañero que en sus mismas circunstancias opte por una sustitución en urgencias, tendrá más puntos y todas las ventajas a la hora de optar a una plaza. Y, sin embargo, es bien sabido que los servicios que hacen investigación consiguen mejores resultados en la atención de pacientes. Remedio: el tiempo dedicado a investigación debe constar como tiempo trabajado. Pedro Duque, que estás en los cielos, haz algo (¿alguien conoce “algo” que haya hecho este ministro?, ¿cualquier cosilla aparte de salir en los medios?).

-El sistema de incentivos es perverso. Un ejemplo: un servicio mal organizado y con largas listas de espera será “premiado” con contrataciones de más personal facultativo y con “peonadas” por las tardes, mientras que otro servicio que lleve su trabajo al día será recompensado con una palmada en la espalda en el mejor de los casos (eso si no se le ocurre a alguien que, como cumple bien con la demanda asistencial, quizás se podría recortar un poquito el personal: lo he visto, lo juro). Esto se debe invertir.

-La Atención Primaria es un desastre organizativo. Hay centros de salud que están sobrepasados de trabajo mientras que otros, a escasos kilómetros, no dan pie con bola. Es decir, hace falta una reforma completa del mapa de la Atención Primaria, con el cierre de algunos centros de salud y el refuerzo de otros. Esto no se hará porque quien debe tomar la decisión atisbará un “coste político”… ¡y sólo faltaría!

-El sistema de bajas laborales no funciona. En manos de la Atención Primaria es un coladero por el que quien quiere no trabajar obtiene un permiso para ello. La valoración de bajas laborales debe ser separada de la atención clínica y puesta en manos de personal ajeno, posiblemente del órgano de inspectores sanitarios.

En fin, todo esto supondría un verdadero “cambio cultural” que no se vislumbra en el horizonte. Como mal menor, nos queda tratar de hacer nuestra parte lo mejor posible, sentirnos orgullosos de nuestra labor. Y no es poco.


Comentarios

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  2. Es el mejor diagnostico que he visto en mucho tiempo

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  3. No.puedo estar más de acuerdo ni con el diagnóstico ni , lamentablemente, con el pronóstico

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  4. Hola Luis!! Como siempre grandes palabras que son verdades como templos y tan necesarias leerlas en estos momentos por si se nos olvida en dónde esta el problema...que gran diagnostico..ojalá lo pudiesen leer los que nos gobiernan ( o eso dicen que hacen) para aplicar un buen tratamiento y obtener o por lo menos intentar un buen pronóstico...pero sinceramente dudo mucho que aun leyéndolo lo hagan...ya que creo que la mayoría de los que nos gobiernan, si hiciesen tu test de blandenguería, que aunque sea para médicos se puede extrapolar a cualquier profesión, el resultado medio seria entre 6 y 7... visto lo visto lo que nos queda es actuar de la mejor manera posible...y aplicarnos la famosa frase ‘el cambio empieza en uno mismo’... mientras pasa la tormenta..porque pasará..y ojalá cuando pase no se olvide lo vivido...aunque muchos lo olvidaran!! Mucho animo y cuidaros mucho!! Un fuerte abrazo

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