¿Debemos trabajar los sábados los médicos de hospital?

 

Los/las médicos somos bien conocedores de lo que se ha dado en llamar “el efecto fin de semana” en los hospitales. Entre la hora de salida del viernes (15 h) y la de entrada los lunes (8h) trascurren 65 horas, y se especuló mucho sobre si, en el caso de que los/las médicos no visitasen a los pacientes durante este largo periodo de tiempo, ello pudiera aumentar el riesgo de mortalidad. Hay abundante bibliografía sobre el impacto del “efecto fin de semana” sobre la mortalidad en los pacientes ingresados por cualquier patología (Bell et al. NEJM 2001), y también sobre pacientes ingresados por patologías concretas como infarto de miocardio (Kostis et al. NEJM 2007), insuficiencia cardiaca (Elola et al. Rev Esp Cardiol. 2024), y un largo etc. Según Antonio Zapatero, que lo ha documentado con el equipo de gestión clínica de la Sociedad Española de Medicina Interna, este fenómeno ha dejado de ser una intuición informada para convertirse en una evidencia científica. En países como España y Estados Unidos, advierte, “la mortalidad aumenta entre un 10% y un 30% en los pacientes que ingresan los sábados y los domingos en casi todos los ámbitos menos en Neonatología y Cuidados Intensivos, donde los efectivos son prácticamente los mismos un miércoles o un domingo”. Este resultado deletéreo parece desaparecer cuando los pacientes son atendidos en ese periodo de tiempo (Zambrana-García et al; Rev Calid Asist. 2017). Este problema puede empeorar con la “voluntariedad” de trabajar los sábados que seguirá a lo acordado entre los servicios de salud y los sindicatos médicos después de haber sido establecida una jornada laboral de 35 horas.

Podríamos decir que existen tres modelos de atención que se dispensa, durante los sábados (en los días festivos la atención se cubre con las guardias), a los pacientes ingresados:

-Un/a médico especialista (o varios) visitan a cada enfermo ingresado en su servicio.

-Un/a médico especialista (o varios) atienden las urgencias o imprevistos que puedan surgir en los pacientes ingresados en su servicio, pero no visita a la totalidad.

-Un/a médico de guardia (o varios) atienden las urgencias o imprevistos que puedan surgir en los pacientes ingresados en un servicio diferente al suyo.

Es evidente que la primera opción es la mejor. ¿Por qué? Porque, además de solucionar urgencias, se podrá valorar la evolución de los pacientes, cambiando o intensificando un tratamiento que no se muestre efectivo, retirando otros que se hayan convertido en innecesarios, favoreciendo la movilización del enfermo, o dándolo de alta si ya no es precisa su estancia en el hospital. Por ejemplo, este mismo sábado me tocó acudir a trabajar con otro compañero, y hubimos de iniciar ventilación mecánica en un paciente que había empeorado, cambiamos la orientación diagnóstica (y, en consecuencia, el tratamiento) de otro ingresado y también dimos el alta a pacientes que, de otra forma, hubieran tenido que pasar el fin de semana en el hospital. Se debe tener en cuenta que el funcionamiento de un servicio quirúrgico es diferente al de un servicio médico, que el riesgo de muerte o complicaciones graves varía de acuerdo a los diferentes servicios y que no todos los hospitales ni todos los servicios de un hospital se pueden permitir (por el número de facultativos que componen su plantilla) adoptar este modelo. Pero... ¿qué ocurre con los que sí pueden hacerlo y deciden acogerse a otro más cómodo? La respuesta es obvia si aceptamos lo que he expuesto en el primer párrafo de este texto: imponen un mayor riesgo a los pacientes ingresados.

Bien está que se considere el trabajo desarrollado durante los sábados como jornada extraordinaria y se retribuya de forma justa. No hay mucho que discutir acerca de ello. Pero imaginemos que hay un servicio en el que algunos aceptan trabajar los sábados (estoy seguro de que lo hacen por compromiso y no por el dinero) y otros, aun pudiendo percibir ese pago extra, deciden no hacerlo, algo que ocurrirá con toda certeza. Esto creará “categorías” diferentes en cada servicio y, seguro, será fuente de desavenencias y malestar, porque el/la médico que sí acude al hospital se tendrá que hacer cargo de pacientes y resolverá incidencias y complicaciones de aquellos cuyos responsables han optado por quedarse en casa. En este punto es preciso aclarar que ningún médico trabaja todos los sábados (la frecuencia es variable, pero rara vez excede de uno de cada 4).

De nuevo estamos en una situación en la que se confrontan dos derechos, el del médico a no trabajar obligatoriamente los sábados y el de los pacientes a recibir la mejor atención posible. Y, una vez más, me da la impresión de que los pacientes han pasado a un segundo plano. Yo espero que cada centro hospitalario sea capaz de llegar a acuerdos con los diferentes servicios para que la mejor atención de los pacientes esté garantizada. Y también me gustaría (aunque tengo pocas esperanzas de llegar a verlo) que se tuviera en cuenta, no sólo con el pago de horas extra, qué especialistas y servicios están más comprometidos con su deber profesional.   


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