Crónicas del coronavirus (4)


Atiendo a los pacientes en una planta donde se trata, en medida de lo posible, de garantizar la máxima seguridad para el personal sanitario. No podemos permitirnos perder efectivos, la batalla está apenas empezando. Los enfermos están solos, asustados, recluidos en habitaciones individuales sin el consuelo de familiares o acompañantes. Siento lástima, porque sé que algunas personas están muriendo en muchos hospitales en estas condiciones, sin que haya un ser querido “cierre sus párpados”, el más desolador de los finales para los héroes de la Ilíada. Procuro tranquilizarlos en medida de lo posible, les aseguro que se van a curar y que la semana que viene estarán en su casa, e intento transmitir una seguridad que estoy lejos de sentir. Camino por ese pasillo desierto pasando la visita y me cruzo con alguna enfermera y auxiliar. En ese lugar desolado, enfundados en equipos que nos hace irreconocibles, intercambiamos frases cercanas, personales, que hasta ahora no habíamos sentido la necesidad de decirnos. Una trabajadora del servicio de limpieza me pregunta:
-Doctor, ¿cree que saldremos de ésta?
Su tono es casi resignado.
-Vamos a morir todos.
-¿En serio?
-Sí, pero no va a ser mañana, ni pasado tampoco.
Espero que sonría debajo de su mascarilla, y aprovecho para recordar que esas mujeres están subempleadas con un sueldo de miseria y no se han “cogido la baja”. Asumen su responsabilidad exactamente igual que hacemos aquellos a los que se nos aplaude de una forma que, aunque agradecemos, juzgamos exagerada.
Revisamos a diario todas las publicaciones científicas sobre el coronavirus, en busca de un resquicio terapéutico que pueda salvar vidas, pero en apenas tres meses no hay estudios que garanticen eficacia, nos tenemos que apoyar en lo que nos parece “plausible” y en la experiencia, la mayor de las veces desalentadora, que nos transmiten los colegas de otros lugares. En los próximos días participaré en una teleconferencia internacional en la que médicos chinos tratarán de responder a nuestras dudas. Parece que las profecías que predecían la supremacía del “poder amarillo” están cerca de cumplirse al fin.
Ya en casa escucho el discurso del presidente. No me sorprende, se dirige a los sentimientos, llama “compatriotas” a las personas que han muerto, no ofrece hechos ni medidas diferentes a las que dentro de unos días se demostrarán insuficientes en la mayor parte de España. No se cierran los focos más afectados, no se restringe más el tráfico de vehículos ni personas, no se redistribuye la atención de los pacientes, no acaban de llegar las milagrosas pruebas diagnósticas. Trato de no indignarme, pero no soy capaz. Miente, dice que se han seguido escrupulosamente las recomendaciones de la OMS cuando él sabe que no es verdad. Se permitieron viajes, manifestaciones, mítines, etc, días después de que todo ello había sido rotundamente desaconsejado. Galicia podría haber pasado una epidemia menos dañina de haber actuado de acuerdo con criterios científicos razonables (los de verdad, no los de los panolis que lo han acompañado durante esta crisis). Los casos que tenemos en Lugo proceden en su totalidad de personas que han venido de Madrid y de funestos viajes del IMSERSO que no se cancelaron, los casos que están llenando el hospital de Pontevedra se emparentan con veraneantes de Sanxenxo que se han contagiado en lugares de ocio y spas, en situaciones que podrían recordar a la fiesta carnavalesca del cuento de E. A. Poe, La máscara de la muerte roja.
No quiero parecer demasiado negativo, así que cierro con el mensaje optimista del presidente: internet no se ha colgado en España y las infidelidades se han reducido en un 99% después del confinamiento.

Comentarios

  1. Muchas gracias Luis por dedicar tu tiempo en compartir con nosotros tus palabras... hoy especialmente agradezco leerlo...y suscribo todo lo que dices...porque el maravilloso discurso del presidente, que tampoco me ha sorprendido, me ha parecido insultante...lleno de mentiras...pero parece ser que no todos los ven así...y ya cansada de discutir lo indiscutible...creo que les voy a recomendar que lean tu blog...en fin..así nos va...
    Para seguir con tu linea...acabo con algo optimista...me alegra saber que a pesar del Covid-19, seguís siendo ‘teleconferenciantes’😉! Como comentábamos una vez, junto con tu amigo colmillo blanco, (creo que fue en una teleconferencia), al final será una carrera y se podrá cotizar por ello!!!! Gracias por tanto! Cuídate mucho!! Un fuerte abrazo

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  2. Gracias a ti, Marta, por tus palabras de ánimo. Por aquí las cosas no están tan mal (al menos por el momento) como por ahí. Espero que pronto podamos coincidir con un gintonic en la mano. Un abrazo.

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