Crónicas del coronavirus (7)
El home-made meme es para
iniciados en la obra del inimitable guionista de comics, Alan Moore, una foto
del presidente que me recordó una viñeta de V de Vendetta en la que el
líder de una Gran Bretaña dictatorial trata de controlar todo lo que ocurre en
su país a través de unas pantallas de televisión (la obra es de la era pre-internet).
Ese intento es vano, la realidad es siempre más compleja, e incluso los
algoritmos informáticos son incapaces (por el momento, es cuestión de tiempo)
de predecir quién va a ganar la próxima final de la Champions League. Pero la
foto transmite algo más: soledad, el desamparado aislamiento del gobernante que
tiene la responsabilidad de un país sobre sus espaldas en un momento crítico.
Si no estuviese tan enfadado hasta podría sentir lástima, pero ahora mismo soy
incapaz de cualquier tipo de empatía, así que voy a optar por desahogarme por
última vez citando los tres errores que han llevado a España a la tragedia
actual.
1. Las medidas de aislamiento llegaron
demasiado tarde (el famoso y dramático “tomamos medidas proporcionales a la
situación en cada momento”) y esto ha costado cientos, probablemente miles de
muertos y un gran sufrimiento de la población. No sólo no se hizo caso de lo
que estaba ocurriendo en otros países, sino que tampoco se siguieron las
recomendaciones de la OMS (que ya en enero calificó la situación como de emergencia
internacional), ni del propio ministerio de sanidad. Existe un documento fechado el día 6 de marzo y firmado por Aparicio Azcárraga (directora) aconsejando la suspensión de eventos multitudinarios. He escuchado y leído en diferentes
medios la justificación de que “todos los países se equivocaron, nadie podría
haberlo previsto”. Es evidente que la equivocación ajena no justifica la
propia, pero eso tampoco es cierto. Hay países orientales y europeos que han podido
sortear la catástrofe. Se nos dirá que Alemania o Dinamarca son más ricos,
tienen más medios, pero como comenté en alguna ocasión precedente, las cifras
pondrán a cada uno en su sitio. ¿Portugal es más rico? ¿Tiene un mejor sistema
de salud? (por poner sólo un ejemplo).
2. Las dos obligaciones del gobierno durante
esta crisis eran proteger a los ciudadanos y a los trabajadores sanitarios. Ya
he justificado que fracasó en la primera, pero al no proporcionar test de
diagnóstico rápido ni equipos de protección individual, también falló en la
segunda. Resultado: España es el país del mundo con más bajas en el personal de
los hospitales. Consecuencia: los más aptos quedan apartados de la atención de
los pacientes críticos y aumenta la mortalidad entre los enfermos.
3. Proporcionar equidad en la atención de
los pacientes era también responsabilidad del gobierno. Esto tampoco se ha
cumplido, no se cerraron las partes más afectadas para preservar “comunidades
limpias” que pudieran aceptar pacientes de otras partes de España. Tampoco se
trasportaron enfermos críticos desde lugares con UCIs saturadas a otras con sitios
libres como se hizo en otros países. La mortalidad, en consecuencia, será
dispar en el territorio nacional.
Se mire como se mire, los números se
impondrán. Los hechos. Quedan los discursos de una y otra parte, pero la
narrativa no va a borrar ni podrá maquillar las lóbregas cifras.
¿Y qué va a ocurrir ahora? El brote
más agresivo de la epidemia habrá pasado en pocas semanas y habrá dejado millones
de españoles inmunizados. ¿Cuántos? Sería trascendental saberlo haciendo un estudio
para comprobar el porcentaje de ciudadanos que han desarrollado una respuesta
inmunitaria contra el virus. Seguro que Simón ya está diseñando ese estudio. Cabe
esperar que, cuando se relajen las medidas de confinamiento, el índice de
contagios será menor porque el virus encontrará menos individuos susceptibles
para propagarse. Seguirá habiendo neumonías por coronavirus, pero el sistema
sanitario, ahora así, aguantará. Será necesario seguir protegiendo a las
personas más susceptibles hasta la llegada de la ansiada vacuna, y la estrategia
de reducción de las medidas de aislamiento debería ser asimétrica dependiendo
de la situación de cada comunidad. ¿Creen que lo harán?
Yo he tenido suerte y he sufrido una
forma leve de la enfermedad, que es la más frecuente, así que he podido volver
al hospital con la satisfacción de comprobar que el trabajo está bien
organizado y coordinado. Me podría volver a casa tranquilamente, pero me temo
que no sería capaz.
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