Oh, Dios mío…vamos a ser transgénicos!
Como me corresponde por imperativo
ético, recibo la nueva vacuna para el SARS-CoV2 en la primera oleada, una
vacuna de ARN mensajero. Se podría decir que soy un privilegiado, pero también
se podría decir lo contrario, que soy estoy siendo usado como un conejillo de
indias, así que he resuelto hacer un pequeño diario anotando lo que le ocurre a
mi cuerpo después de la vacunación.
Día 1. Me han puesto la vacuna a
través de una inyección muscular. Me duele ligeramente la zona de la punción,
pero es soportable, no necesito un calmante.
Día 2. He tenido unas décimas de
fiebre, cierto malestar general y cansancio. Decidí no ir al gimnasio, no me
sentí con fuerzas para hacer ejercicio físico, pero acudí al trabajo como de
costumbre y pude cumplir con la jornada laboral.
Día 3. Ha desaparecido la fiebre,
pero todavía noté un cansancio más allá de lo normal. Aún así, hice una vida
absolutamente normal. Creo que estas pequeñas molestias desaparecerán pronto.
Día 4. ¡Estoy fenomenal! Me levanté
pletórico, lleno de energía, pude hacer deporte, comer con apetito y tomarme
unas cervezas con los colegas. La vacuna y la preocupación por sus efectos
adversos quedan atrás.
Día 12. He ido al supermercado y, al
pagar, me he dado cuenta de que inadvertidamente he llenado la cesta de
espinacas y brécol. Eso no tendría ninguna importancia… si no fuese que odio
las espinacas y el brécol.
Día 15. Me he sorprendido a mí mismo
celebrando un gol del Real Madrid en Champions…empiezo a estar preocupado.
Día 26. Le he enseñado a mi pareja el
nuevo traje que me he comprado y me ha mirado con cara rara. Creo que el color
violeta no le apasiona.
Día 28. He estado más de 2 horas sentado
en el sillón viendo “MasterChef Celebrity”
sin pestañear. Ya no puedo seguir negándome a mí mismo que algo serio está
ocurriendo en mi interior.
Día 32. He sentido algo extraño, una
especie de cosquilleo recorriéndome la espalda cuando el celador de la planta
me guiñó un ojo de forma amistosa. Me cuesta reconocerme.
Día 43. Son elecciones. Tengo una
papeleta de Unidas Podemos en la mano. ¡Por Dios, que alguien me ayude!
Durante los días pasados he recibido
consultas de conocidos y amigos preocupados por la seguridad de las nuevas
vacunas contra el coronavirus, a ellos va dedicada esta entrada. Es curioso (pero
no inesperado) cómo, con el único objetivo de conseguir un minuto de popularidad,
asoma la cabeza un gran número de pseudoexpertos, médicos o científicos,
contribuyendo a generar cada vez más confusión entre la población general. Con
lo único que se puede combatir a esa chusma es con la verdad (que no es
subjetiva, como algunos pretenden) y con argumentos científicos.
Las vacunas de ARN mensajero son una técnica revolucionaria que va a cambiar la inmunización contra las infecciones víricas en los próximos años. Consiste en la inyección de un fragmento de ARN mensajero que ha sido diseñado genéticamente (lo que se llama ingeniería genética) con el objeto de dar las instrucciones para fabricar la famosa proteína S del coronavirus, la que se cree que induce mayor inmunidad en el ser humano. El problema del ARN es que es muy frágil y se degrada con facilidad, así que debe ser protegido con un “vehículo” que asegure su integridad antes y después de su inyección, para garantizar la entrada en la célula (hay bastantes compuestos que pueden realizar esta función). La inyección es intramuscular, y serán las células del músculo las que capten ese RNA mensajero, que utilizará la “maquinaria” celular (los ribosomas del citoplasma) para sintetizar la proteína S, que se expresará en la superficie del miocito. Esta proteína es inmunogénica, es decir, será reconocida por las células destinadas al reconocimiento de antígenos para poner en marcha la respuesta a lo que el cuerpo interpreta como una amenaza. Esa respuesta será mediada por células (inmunidad celular) o por anticuerpos (inmunidad celular). El ARN mensajero no llegará al núcleo y no cambiará la secuencia de nucleótidos que constituye nuestra dotación genética. Además, será rápidamente degradado en el citoplasma de la célula así que no, no nos convertirá en seres transgénicos.
En realidad, lo que han hecho los
científicos ha sido imitar lo que hacen los virus cuando infectan nuestras
células (utilizan la maquinaria citoplasmática para replicarse, para fabricar
más copias del ARN viral). ¿Alguien dirá que coger un catarro nos convierte en
transgénicos? (el virus catarral más frecuente es el rinovirus, otro virus
ARN).
Aprovecho para explicar algo clave:
ni siquiera el ADN es completamente inmutable. Como todos ustedes saben, la información
genética de un individuo está codificada en la doble cadena de ADN. Esta
información nos viene dada desde la concepción, y se creía inmutable. Pero no,
no lo es, puede haber mutaciones adquiridas en algunas células, bien
inducidas (ejemplo, el tabaco) o bien por azar. Así es como ocurre el cáncer y
se podría decir que fumar sí puede alterar nuestra identidad genética. Pero
imaginemos que estas mutaciones no ocurren. ¿Por qué dos gemelos con la misma
dotación genética no son idénticos? La respuesta está en que los genes se
expresarán de forma diferente por la acción del medio ambiente y los genes se
expresan a través de la transcripción.
En la transcripción, una región de
ADN se abre. Una sola cadena, la cadena molde, sirve como plantilla para la
síntesis de un transcrito complementario de ARN. La otra cadena, la cadena
codificante, es idéntica al transcrito de ARN en secuencia, excepto que el ARN
tiene bases de uracilo (U) en lugar de bases de timina (T).
En el caso de un gen codificante, el
transcrito de ARN contiene la información necesaria para sintetizar un
polipéptido (proteína o proteína subunidad) con una secuencia de aminoácidos particular.
Así funciona la biología humana, no es una opinión, es un hecho. Ojalá los medios de comunicación se pensasen dos veces a quiénes deben entrevistar. Pero claro, acostumbrados a dar lustre a los políticos, cualquier cosa puede ser admisible.
Antes de que, con dolor de corazón, te retire mi vieja amistad por merengón y marujo proactivo, debo decir que valoro tu inmolación en aras del progreso científico, y aprecio lo didáctico de la explicación sobre las vacunas de ARNm
ResponderEliminarjejeje. Ninguna vacuna podría convertirme al madridismo, compa.
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