El poder intimidatorio de los “alwayshappy”.
Será mejor empezar por explicar a
quiénes califico como “alwayshappy”: aquellas personas que hacen de la
felicidad, y sobre todo de su exhibición, el motivo principal de su existencia.
Recuerdo haber hablado de ellas en entradas precedentes, pero de una forma
tangencial, ahora les voy a dedicar una atención específica y lo haré
contestando algunas preguntas que se me ocurren.
¿Cómo reconocer a un/una
“alwayshappy”?
-Una persona “alwayshappy” siempre
mostrará una radiante sonrisa en cualquier situación (exceptuando, quizás, las
más extremas y desfavorables circunstancias) y será de carcajada presta y
sonora. Quizás confiese que canta en la ducha o que pone música a todo trapo
para bailotear a su compás por los pasillos de casa. Proclamará orgullosa que “sabe
disfrutar de las cosas sencillas” (yo nunca supe a qué se refiere exactamente
la expresión “cosas sencillas”, porque si se trata una puesta de sol o el
verdor de la hierba en primavera, sí, quizás se puedan considerar “sencillas”,
o al menos naturales y al alcance de todos, pero ¿quién coño se pasa la vida
entera mirando una puesta de sol o la bravura del mar contemplado desde un
acantilado?; si se refiere a disfrutar de la compañía de un amigo o pareja, yo
no me atrevería a llamar a eso “cosas sencillas”; la cultura, por ejemplo, ¿es
algo complejo o sencillo?). Los “alwayshappy” presumirán de ser muy felices, es
su argumento de éxito en la vida, y seguramente añadirán que ser feliz es una
opción al alcance de todo el mundo, ya que depende de la “actitud”.
¿Es el/la “alwayshappy” un/una
impostor/a? (véase que guardo el más estricto código de respeto a la igualdad
de género).
-Bueno, esto me causa ciertas dudas.
Para empezar, habría que saber qué significa “ser feliz” para cada persona en
concreto, ya que las diferencias en este aspecto son notorias. Para muchos
individuos, ser feliz supone transitar por la vida de una forma lo más cómoda
posible, sin grandes sobresaltos, si puede ser con abundancia económica y un
trabajo (o una paga) que conlleven un esfuerzo mínimo. Paseos con la perrita en
el parque, entorno familiar, ocasionales reuniones con amigos, buenas comilonas
y vacaciones en un resort del Caribe o de la costa mediterránea. Para otros,
este proyecto sería un verdadero entierro en vida. Optarían por un desarrollo
personal y profesional exigente, por tratar de satisfacer el ansia de
aprendizaje y conocimiento (algo que nunca se concluye en vida), y por ir de
cabeza contra todos los problemas y sinsabores que inevitablemente se
encuentran en esta existencia terrenal. He dibujado groseramente dos “fenotipos”
aunque, desde luego, hay más.
Entiendo que una persona será tanto
más feliz cuanto su vida se adapte a su forma de ser, aunque es muy probable
que haya más “alwayshappy” en el primer grupo que en el segundo, posiblemente
porque para ellos la felicidad o bienestar, o como queramos llamarle, sea un
fin más importante que para los que optan por una fórmula que acepta y no rehúye
el riesgo de enfrentarse a lo incierto y potencialmente dañino. Un falso “alwayshappy”
tendrá una apariencia en sociedad y otra muy diferente en la intimidad de su
casa, con un buen montón de pastillas al alcance de la mano. Además, ante el primer
contratiempo serio, se vendrá abajo como un castillo de naipes.
Yo nunca he visto la felicidad como
un fin en sí mismo. Cuando alguien me pregunta cómo estoy, suelo contestar “bastante
feliz”, confesión que significa que estoy satisfecho con mi vida pero que no
alcanzo un grado de perfección, que hay margen de mejora. Si se tienen
importantes responsabilidades, preocupaciones lógicas (por mí, por mis pacientes
o por amigos y familiares), si se es consciente de que en cualquier momento la
suerte puede dar un volantazo (porque al estar metido de lleno en el entorno es
algo que se ve cada día), la felicidad completa no es posible salvo que se opte
por ser conectado a una perfusión de morfina desde el nacimiento hasta la
muerte (eso sería una segura garantía, se lo puedo jurar). Para mí el fin es
vivir con pasión, interesarse por el conocimiento, arriesgarse por algo que
merezca la pena (aunque conlleve riesgo de sufrimiento), implicarse a fondo en
las causas justas y protagonizar una biografía con claros y oscuros, pero poder
cantar “My way” al final de todo.
¿Qué impacto tienen los “alwayshappy”
en su entorno?
Ser “alwayshappy” (más allá de las
beatíficas excepciones tipo Teresa de Calcuta, a quien por cierto nunca pude
ver reírse a carcajadas y tenia un semblante más bien serio) es una forma de
lucimiento similar a portar un reloj de marca, un traje caro o conducir un
coche de alta gama. Y es, hay que reconocerlo, socialmente rentable. Un “alwayshappy”
puede suscitar admiración o envidia, pero también puede resultar intimidante
para quienes querrían serlo y no pueden o cargante por lo excesivo, depende del
interlocutor. Tener un “alwayshappy” en casa… no me puedo ni imaginar lo que
eso sería para una persona como yo y sería muy ilustrativo contar con
testimonios de convivientes. Si alguien sabe de algún caso, por favor que me lo
haga llegar.
P.D. Aportación de M:
Pero que en ese día descubras
que la risa diaria es buena, que la risa
habitual es sosa y la risa constante es malsana.
(Víctor Hugo)
1ª parte:
ResponderEliminarEstimado Señor L.A.:
Temo ser portadora de malas noticias. La vacuna para el SARS-CoV2 no fue diseñada para convertirnos en bolcheviques podemitas como usted planteaba, no. La crearon para convertirnos en borregos conformistas con síndrome de Pollyana o como usted dice en “alwayshappy”. Le recuerdo que por imperativo ético fue de los primeros en ser vacunados: bienvenido a su nueva vida.
Se levanta con la alarma del despertador, programado para que suene “I feel good” de James Brown y camina hacia la cocina enfundado en su pijama de los “Ositos amorosos” y sus pantuflas de unicornios. Se prepara un Colacao calentito y degusta un buen par de “muffins”, pero sólo después de haber realizado la foto perfecta, con el ángulo correcto y la iluminación adecuada, debe contarle al mundo entero vía Instagram cuál es el desayuno de los campeones. Por desgracia, durante el proceso el Colacao se ha enfriado, pero ¡¿qué importa?!, la vida sigue siendo bella y el mundo es un lugar hermoso.
Sin embargo su aventura fotográfica con el desayuno ha tenido más consecuencias: ha llegado tarde y no puede encontrar un solo sitio libre en el parking del hospital. En el de pago tampoco. No pasa nada, en el exterior un simpático “gorrilla” le ofrece aparcamiento por el módico precio de 5 euros. Usted le da 10, tiene cara de buena persona.
Por fin llega al pase de la mañana, comentan lo mucho que quieren a todos y cada uno de sus pacientes y que no entienden por qué les miran con cara rara cuando entran en la consulta y sus médicos les saludan con dos besos. (Le recuerdo que usted y sus compañeros están vacunados, pero los pacientes, los comunes de los mortales no. Aún no). Y el pase de la mañana le tenía reservada otra sorpresa: ¡es el amigo invisible del servicio!. Se había olvidado. Es más, ni recuerda quién le tocó, pero no importa, seguro que era alguien majo que perdonará su descuido. Ya le invitará a un Gin Tonic moderno de esos, con coloridos objetos flotantes que están tan de moda. Abre su regalo con emoción: ¡una Agenda de Mr. Wonderful de 2021!. ¡Justo lo que necesitaba!. Y descubre que es de parte de su querido amigo R.G., por lo que se funden en un tierno abrazo. Ya son tantos años juntos… casi se le escapa una lagrimita. A su amigo R.G., también.
Después de un “smoothie” cargado de vitaminas en el bar con el resto de compañeros se dirige a consultas externas. Ya ha desistido de dar dos besos a los pacientes, pero aún le cuesta contener sus ganas de llamarles “cari” o “cielo” (independientemente de su edad o género). No pasa nada, algún día conocerán el auténtico amor al prójimo y la verdadera felicidad post-vacunación.
Tras pasar visita se dirige a urgencias, donde ha quedado con sus buenos amigos para comer. Van a ir a un restaurante macrobiótico donde ofertan una sopa de miso con muy buena pinta. (Sí, ellos también están vacunados). Durante la comida se hacen “selfies” y las cuelgan en diferentes redes sociales con el hashtag #foodies. Ellos le explican lo mucho que sufren por su gran carga asistencial y por los pocos medios que tienen, y usted les escucha con atención, mirándoles a los ojos, asintiendo empáticamente ante cada una de sus aseveraciones. El antiguo L.A. se habría refugiado en su mundo interior ante sus quejas o incluso habría pasado olímpicamente de ellos como le sugirió una vez un “mal bicho”. Pero el nuevo L.A. no, usted no.
2ª parte:
ResponderEliminarTras tan placentera velada llega a casa, dispuesto a pasar el resto de la tarde. Hay tiempo para ver una película antes de cenar. Tiene serias dudas entre “Pretty Woman” y “Los Puentes de Madison”. Su amigo R.G. le recomienda la segunda, dice que “si sale Clint Eastwood seguro que es buena”. La acaba de ver y emocionado le escribe un mensaje para decirle cuánta razón tenía.
Y ya es hora de cenar. Recuerda haber visto en un foro vegano que últimamente frecuenta una receta de fideos de arroz con tofu y se decide a probarlos. Mientras los degusta mira las noticias. No acaba de entender cómo es posible que nuestros gobernantes se peleen y se griten unos a otros, porque… ellos también fueron vacunados, ¿no?. Cabecea y se recrimina a sí mismo por haber dudado de nuestros dirigentes durante un instante. Es más, la reportera acaba de decir que todos han llegado a un consenso y que han decidido triplicarse el sueldo, ¡y lo han hecho por unanimidad!. Usted está completamente de acuerdo e incluso piensa que aún así van a cobrar poco. Se siente orgulloso de tener un presidente de fino cutis, un vicepresidente tan humilde que en lugar de lucir su frondosa melena prefiere llevarla en un recatado moño… Sólo se le ocurren cosas buenas que decir sobre nuestros políticos, ¿qué menos que garantizar su bienestar económico?.
Y llegó la hora de dormir. Toca pijama nuevo, hoy estrenará el de “Los Fruittis”. Se mete en la cama y comienza su ritual nocturno de enviar a todos sus allegados y conocidos un osito rodeado de corazones para desearles dulces sueños. Mientras envía los “gifs”, silba una cancioncilla pegadiza. Recuerda vagamente que hace un tiempo la melodía era otra, pero no consigue evocar su nombre: ¿”My woy”?, ¿”Mi vai”?... No importa, ahora el lema de su vida es “Always look on the brigth side of life”. Cierra los ojos y duerme con una sonrisa, mentalmente anestesiado, completamente feliz.
P.D: no he podido resistirme a escribir esta distopía, que espero en ningún momento haya resultado ofensiva. Si en algún punto lo ha sido, le ofrezco mis disculpas. También espero no haberle puesto al borde del “parraque” con este escrito, pero si lo he hecho siempre puede contrarrestarlo con alguna lectura menos inquietante, como algún relato de H. P. Lovecraft.