La suerte de Lugo.

 

Hoy es día 30 de enero del 2021 y Neumología de Lugo, en lo más crudo de la pandemia en Galicia, tiene exactamente 15 pacientes ingresados, 11 de ellos con neumonía por coronavirus. Constan 56 ingresados por COVID en total en nuestro hospital (que está recibiendo enfermos de otras áreas), por 164 en Vigo, 144 en Pontevedra, 175 en Ferrol, 173 en Santiago, 190 en Orense y 390 en Coruña. Estos datos son comparativamente muy llamativos, pero no tan sorprendentes. Si volvemos la vista atrás (no hace falta retroceder más que hasta Enero del 2019, antes de la irrupción del SARS-Cov2) podremos comprobar que estos hospitales estaban, a estas alturas del año, también colapsados (aunque en menor medida) por la gripe y otras infecciones víricas. Si nada se cambia, los resultados son los mismos. Mi servicio, hace 15 años, tenía cerca de 70 ingresados en esta época del año… y sin coronavirus. No hay que ser un lince para deducir que algo sucedió desde entonces. Y la suerte, la dispersión geográfica o el pulpo con cachelos no son la explicación. El presidente Feijoo ha declarado que Vigo y Lugo afrontan mejor la crisis porque tienen hospitales más nuevos y grandes. Esa tampoco es la razón, Lugo tiene en estos momentos plantas cerradas. Entonces, ¿cómo se pueden justificar las diferencias?

-La gerencia y la dirección de esta área sanitaria han apostado por formas organizativas modernas y adaptadas a los retos que actualmente plantea la atención médica. Y lo que es más importante, han sido sensibles a las opiniones de los profesionales que prestan la asistencia clínica. Esto ha cristalizado en diferentes medidas:

*Los ingresos en el HULA son supervisados por los especialistas, algo que evita un gran número de hospitalizaciones innecesarias. Cada ingreso en Neumología es discutido en sesión clínica con el máximo detalle en cuanto al diagnóstico, a la actitud terapéutica y también en lo relativo al momento del alta.

*Se han desarrollado herramientas alternativas a la hospitalización. En Lugo, los pacientes respiratorios crónicos pueden acudir sin demora a un hospital de día ante cualquier signo de empeoramiento. Allí son atendidos por un especialista: menos del 5% terminan ingresando. Los enfermos de patologías crónicas disponen de un seguimiento por enfermería experta que está en contacto con los médicos responsables y aquellos que están en la fase terminal de su proceso, cuentan con un programa de paliativos. Este modelo ha sido adoptado también por otras especialidades médicas.

*Cada paciente crónico es seguido por un neumólogo experto en su patología, lo que permite la optimización del tratamiento porque, reconozcámoslo, es imposible tener una formación perfecta en cada enfermedad respiratoria.

*Se ha contado con Enfermería como una parte indispensable de la asistencia clínica, y se ha insistido en la formación específica para una labor que ha dado enormes rendimientos.

En definitiva, había ya un trabajo previo, años de esfuerzo, que nos permitieron estar en mejor situación que otros hospitales cuando llegó el coronavirus. Además, durante la pandemia contamos con otras fortalezas:

*La buena relación entre los profesionales de diferentes servicios, que no han dudado en compartir conocimientos y en asumir sus responsabilidades. Compromiso y disposición para trabajar lo que sea necesario. Si hay que dar altas los festivos, se hace.

*Si tienes un partido importante, no pongas a jugar a los suplentes. En el HULA, las decisiones sobre pacientes Covid las toman médicos capacitados para ello. Esto tiene una clara repercusión sobre los resultados en la evitación de ingresos innecesarios, en términos de mortalidad y también sobre la estancia media.

*El buen funcionamiento de la teleasistencia, que ya existía antes de la pandemia (esto es importante reseñarlo, porque había ya personal de enfermería cualificado).

*Contar con un servicio de geriatría, que resultó de gran ayuda a la hora de gestionar las infecciones en residencias.

*Otros muchos profesionales han ayudado a que los resultados sean buenos y no podría nombrarlos a todos, pero tampoco tengo motivos para dudar que en otras áreas esto no haya ocurrido.

Esta batalla no ha terminado todavía y no queremos cantar victoria antes de tiempo. Pero, por favor, no expliquemos lo ocurrido en términos de suerte. Una muy capacitada periodista lucense ha querido recabar datos para comparar lo que está pasando en diferentes áreas de salud gallega y le resultó imposible. El benchmarking, esa asignatura pendiente que parece aterrorizar a los políticos de la sanidad… Además, parece que es mejor abrir un pabellón y meter allí a pacientes graves que recircularlos a hospitales más desahogados.

¿Por qué he querido escribir estas líneas? Porque siempre he creído que no es posible desarrollar un proyecto sin que los que lo han de llevar a cabo no estén firmemente implicados. Y el orgullo de sentir que se hacen bien las cosas y comprobar que esto redunda en buenos resultados es un combustible inagotable … y sostenible.