¿Qué he hecho yo para merecer esto?
Después de meses de continuada pesadilla no se atisba un cercano despertar. Los gobernantes no han aprendido nada, pero los sufridos ciudadanos sí hemos sacado en claro algunas enseñanzas:
1. Las situaciones “límite” retratan a las personas. No sabemos quienes somos en realidad hasta que nos enfrentamos a un contexto de máxima exigencia, y éste lo es. Hemos sabido de profesionales de la salud ejemplares, pero también hemos presenciado con bochorno cómo otros se escondían en un armario con disculpas cobardes (bajas, cansancio, miedo al contagio…). Hemos visto a tipos despreciables saltarse su turno para la vacunación sin importarles ni lo más mínimo que otras personas más necesitadas siguiesen desprotegidas. Algunos de ellos son médicos y no se me ocurre una falta más grave, deberían ser expulsados de la profesión sin perder ni un minuto.
2. No hace falta ser un experto para saber que se debería haber echado el cierre completo hace ya un par de semanas. La disculpa de salvar la economía no sirve: la experiencia sueca ha demostrado que las medidas blandas significan más muertes sin clara repercusión sobre el PIB. ¿Por qué no se hace? Por intereses políticos, dando la razón a un compañero ya jubilado:
-Luis, la política lo ensucia todo.
Te lo voy a demostrar, piensa en la palabra más bonita del diccionario…
-¿Amor?
-No hombre, la palabra más bonita del
diccionario es madre…
-¡Ah, bueno! Bien mirado, pues sí.
-¿De acuerdo, no? Pues junta la palabra más bonita del diccionario con política. ¿Qué tienes? Madre política. ¿Qué te decía?...
3. Sabemos que la sobrecarga asistencial conlleva mayor mortalidad. Sin embargo, salvo en casos contados y honrosos, no se ha llevado a cabo el traslado de pacientes de hospitales saturados a otros más desahogados por “orgullo localista”, previsión de coste electoral o porque los periódicos podrían señalar deficiencias concretas en el sistema sanitario. De nuevo, los políticos primando su propio interés sobre el de los ciudadanos que deberían defender.
4. El estado de las autonomías y la famosa cogobernanza son la excusa perfecta para que las responsabilidades se diluyan. Lo que debería ser un instrumento para una gestión eficiente se ha convertido en el salvavidas de los inútiles. Da igual el signo político, la consigna es culpar al contrario y eludir la autocrítica.
Volvamos a la pregunta del título. Habitualmente se responde con el argumento de que “los políticos no son otra cosa que la representación de la sociedad”. No sería de extrañar que esta frase haya salido de la factoría de los asesores políticos, es una justificación claramente exculpatoria: yo seré un inútil y un mangante, pero es que los ciudadanos también lo son, y si no roban es porque no pueden. Ha calado, pero es falsa. Miro a mi alrededor y no veo a nadie a quien se le pueda pasar por la cabeza saltarse el turno para la vacuna, ni tampoco personas que estén dispuestas a robar a quienes les han otorgado su confianza con la intención de comprarse un coche de alta gama o para tener un pisito en Marbella. En la política (al menos en la española) funciona el darwinismo inverso: los mediocres prevalecen. Y la explicación que se me ocurre es que la mayoría de la gente quiere prosperar social y económicamente, como es lógico. Y hay dos caminos para ello: el mérito y la política. El primero exige esfuerzo, en el segundo puedes copiar tesis, obtener un máster sin pasar un tribunal o conseguir el aprobado simultáneo de docenas de asignaturas de la carrera. Los más capacitados pueden elegir la primera vía con la esperanza de que sus méritos obtendrán recompensa, los mediocres se lanzarán a la carrera política sabiendo que medrarán con una mezcla de servilismo y falta de escrúpulos.
Me gustaría decir que esto tiene arreglo, que las cosas cambiarán en el futuro, pero me temo que soy muy pesimista. La experiencia me demuestra que el nivel de los políticos en este país ha ido in decrescendo con el paso del tiempo. La política ha infestado todo: los medios de comunicación, la sanidad, la justicia… y no adivino un remedio para desparasitar la vida normal de la presencia de estos seres. Saramago llamaba al voto en blanco en su “Ensayo sobre la lucidez”, una suerte de rebeldía desde dentro del sistema democrático. Yo no creo que haya solución, la democracia occidental, vacía de valores, está agonizando…y no es culpa del virus.
🙂
ResponderEliminarSe puede decir más alto, pero no más claro... totalmente de acuerdo en lo que dices...es muy triste que estemos en está situación y que no se escuche a los que saben, así nos va...mucho animo y como se suele decir por aquí ...nunca choveu que non escampara... un beso
ResponderEliminarEstamos en una etapa que no se inculcan valores como la honestidad, el tesón el respeto y aparte de eso quien tiene que dar ejemplo hace todo lo contrario, pienso como ud. Lo veo muy difícil que salgamos de esta, con el desgobierno y falta de cultura que hay en el que solo piensa en su bienestar
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarCreo que expresas muy bien la fatiga de la sociedad de ver cada día a personajes mediocres como los líderes del gobierno, autonomías y ayuntamientos. Seguramente no son todos pero son muy visibles y desde hace unos cuantos años, casi décadas, tengo la sensación de que la política es algo sucio y solo buscan continuar en el poder a toda costa o escalar lo máximo dentro de su partido.
ResponderEliminarMe preocupa sobre todo una cosa: ¿Cómo ven los jóvenes a los políticos?
Yo a la edad de mi hijo creía en la política y en qué se podía hacer una sociedad mejor. Tal vez era una idealista o será que me estoy haciendo mayor!!
Por desgracia no me parece que nuestros hijos crean en la política como un medio para mejorar la sociedad. Tal vez un show de Tele 5 se acerca más a como los ven.
Y por último una pregunta ¿Porqué no funciona la selección natural con la clase política?
Pues mira que al final me va a dar por pensar que son un reflejo de la sociedad! No es muy alentador pero hay que ser optimistas, y yo lo soy y sé que pronto llegará la primavera🌈