Crónicas del coronavirus (18): el ahora y el después.


 

Escribo este breve texto bajo los efectos de la coz de la tercera dosis de la vacuna. Por suerte, me ha ocurrido por la tarde, pero confieso que en estas condiciones me hubiera sido imposible trabajar. Y lo hago en pleno repunte de la pandemia, que tiene dos diferencias principales con los iniciales: para la incidencia actual el número de ingresos es más bajo que el vivido en el 2020, y la neumonía es mucho menos mortal. De ambos hechos es responsable la vacuna (aunque en el segundo también influye la mayor disponibilidad de tratamientos y el aprendizaje experimentado en estos meses por el personal sanitario); no quiero ni imaginar en qué situación estaríamos ahora sin su amplia aceptación por la población general. En estos momentos, 2,325.834 personas han recibido dos dosis (de 2,702.000, teniendo en cuenta que los niños están comenzando a ser vacunados). El 24,7% de la población ya ha recibido la necesaria dosis de refuerzo y se está comenzando la vacunación de menores de 60 años. Hechos relevantes:

-En estos momentos, el mejor parámetro para estimar la gravedad de situación es el número de personas ingresadas en la UCI (53 a día de hoy sobre 13.331 con infección activa, que seguro serán muchos más en la realidad, ya que un gran porcentaje cursa la enfermedad sin síntomas). Una alta incidencia, evidentemente, conlleva una mayor mortalidad, porque aumenta la probabilidad de infección en personas vulnerables, pero ahora mismo no es el índice más adecuado para evaluar las circunstancias actuales. ¿Por qué no usar el número de ingresos? Porque muchos pacientes que ahora mismo están hospitalizados no lo necesitan realmente, el ingreso es para vigilar la evolución durante unas 48 horas. Si no existiese incertidumbre, especialmente sobre la mortalidad de nuevas variantes, y si se comprobase que el número de fallecimientos es muy bajo en la actualidad, no sería necesaria ninguna medida restrictiva, actuaríamos como lo hacemos con cualquier otra infección vírica.

-¿En qué medida es necesaria la tercera dosis? Lo es porque hoy sabemos que existe un declinar de la respuesta inmunitaria provocada por la vacuna, especialmente a partir del sexto mes. Alcanza una efectividad máxima del 77,5% al mes de la segunda dosis y desciende a un 20% entre los meses 5-7. La buena notica es que, aún así, la eficacia para prevenir enfermedad grave se sitúa en un 96% a los dos meses de la segunda dosis, permaneciendo prácticamente inalterada en el mes 6 (Chemaitelly y cols. New England Journal of Medicine 2021; 385: e83). Esto explica que la vacuna sea relativamente poco efectiva para prevenir la infección, pero sí lo sea para reducir la mortalidad. Sin embargo, no todas las personas desarrollan una respuesta protectora después de ser vacunadas, y por ello es necesaria la tercera dosis (que se ha mostrado capaz de aumentar la inmunidad de forma muy significativa (Choi et al, Nat Med 2021, 27, 2025-31). Sin embargo, no sabemos en qué medida esta estrategia protege a la población vulnerable (trasplantados, pacientes con insuficiencia renal grave, enfermos hematológicos, individuos que reciben medicación inmunosupresora…).

-¿Es posible que la situación empeore? Podría empeorar (con un límite) en el caso de incidencias muy elevadas, ya que la infección alcanzaría a un número estimable de personas vulnerables. Es de esperar que la dosis booster las proteja, pero no lo sabemos con certeza en la actualidad. También podría agravarse si una variante nueva fuese capaz de “evadir” las defensas adquiridas (algo que por el momento no ha ocurrido) y si la respuesta a la vacuna declina con rapidez (algo que no parece probable en la población general).

-¿Qué debemos hacer ahora? Apurarnos en la administración de la tercera dosis (hay que reconocer que en Galicia esto se está haciendo) y localizar, en cada área sanitaria, qué personas son previsiblemente vulnerables para actuar con celeridad y evitar la progresión de la enfermedad a formas graves. Hoy en día contamos con anticuerpos contra el virus que, aplicados de forma precoz, evitan hospitalizaciones y muertes. A ellos se les sumará en poco tiempo la disponibilidad de antivirales orales que han mostrado resultados muy prometedores en estudios iniciales. Es decir, si somos capaces de adelantarnos a la progresión de la COVID19, salvaremos un buen número de vidas en personas que no son capaces de orquestar una respuesta inmune efectiva con la vacuna. Esto, por desgracia, no se está haciendo en todas partes.

En definitiva, aunque tendremos virus para una larga temporada, mi impresión es que hoy en día disponemos de recursos para vencer a la COVID-19, pero las autoridades sanitarias deben ser muy proactivas y no esperar (estilo Simón) a que otro brote nos pase por encima.

Comentarios

  1. Querido Luis. A riesgo de ser el aguafiestas de los datos, debo decir que -en la subida de la quinta ola en Galicia- el 20 de julio llegamos a los 13330 casos activos, uno menos que hoy. Por entonces el número de ingresados en planta era de 128 y en UCI de 21. Al menos en cifras (no entro en matices de gravedad) estamos mucho peor (13331 - 218 - 53).
    Por cierto, el nivel de vacunación por entonces era sensiblemente inferior.

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    1. Hay una posibilidad que no tuve en cuenta en el análisis, y es que alguna vacuna (parece que es el caso de AZ) pueda declinar más rápidamente dejando desprotegido a un sector importante de la ciudadanía...hay que poner la tercera dosis muy rápidamente.

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