La enfermedad terminal e incurable de la sanidad pública en España.
Desde que ejerzo la medicina (ya han
pasado unos cuantos años), no había vivido una situación tan dramática como la
que ahora mismo muestra la sanidad pública en nuestro país. Listas de espera
interminables, falta de médicos, huida de especialistas a la medicina privada, también
al extranjero (aunque no tanto como se dice), etc. Considero que el deterioro
continuado del sistema público está llegando a su fase terminal, que las cosas
todavía van a empeorar (y mucho) y que ahora mismo no hay una solución
factible. Estas son, desde mi punto de vista, las causas:
-Los políticos. Durante mucho tiempo
se han vanagloriado tener la mejor sanidad del mundo a un coste de saldo en
comparación con los países vecinos. Los contratos que anualmente se hacían con
los servicios médicos sólo tenían un propósito (y no era precisamente la
calidad de la atención): el ahorro. Cuanto más se ahorrarse, mejor. Durante
años nos han vendido una frase que en sí misma era mentira, pero que muchos
médicos adoptaron como propia: “La sanidad en este país es insostenible”. La propagación
de esta falsedad servía como argumento moral para usar la tijera todo lo
posible mientras se construían aeropuertos, museos, auditorios, etc, y se
levantaban los famosos “chiringuitos” donde practicar impunemente el nepotismo
con familiares y afines (no me meto ya en la inaudita infinidad de parlamentos,
diputaciones, ayuntamientos y demás). El dinero es limitado, sí, pero se puede elegir
en qué gastarlo. Ellos escogieron no invertir en sanidad, obligando a plantillas
esqueléticas y contratos basura. Pero los políticos no se detuvieron aquí, todavía
les quedaba por asestar la puñalada definitiva. Y lo hicieron, ayudados por los
sindicatos, en forma de “derechos sociales”, “conciliaciones”, “días de libre
disposición y maternidad”, etc. Conozco un buen número de jefes de servicio que
están presentando la dimisión, o lo harán en un futuro próximo, porque ya no se
ven capaces de asegurar una atención sanitaria digna a la ciudadanía. Me lo
explicaba hace poco uno de ellos, y creo que es sencillo de comprender… “Tengo
una médico de baja maternal, un médico de baja paternal, otra a media jornada
por cuidado de mayores, uno más que está de baja por una operación de espalda,
y todos los de la plantilla con un mes de vacaciones y días de libre
disposición que les permite faltar más de 2 meses al año al trabajo. Por
supuesto, tengo que mantener el nivel de actividad con la plantilla restante.
¿Me puedes decir cómo coño se hace eso?”. Los políticos se apuntan un buen
tanto electoral expandiendo los derechos de los ciudadanos, pero no les importa
cómo nos las tengamos que arreglar para cubrir todos los agujeros que van dejando. Les da igual,
porque lo único que les preocupa es su plato de lentejas. En términos
generales, personas mediocres, de curriculum irrisorio y carentes de cualquier
valor moral. Los políticos seguirán siendo lo que son porque nosotros vamos
a seguir consintiéndolo y votándoles.
-Los médicos. La sanidad pública se
ha mantenido hasta la fecha porque los médicos de mi generación (reconociendo
que cualquier generalización es necesariamente incorrecta) hicieron un
sobreesfuerzo trabajando fuera de horas (sin recibir remuneración a cambio la
mayor parte de las veces), sábados y festivos a mayores, y sin librar las
guardias, porque lo principal eran los pacientes. A eso habría que añadirle la
heroica dedicación para mantenerse bien formados acudiendo a cursos, reuniones…que
normalmente se celebran durante fines de semana (no es de extrañar que este oficio
tenga uno de los porcentajes más elevados de divorcios). Recuerden que los
políticos llegaron a proponer que, encima, tributasen “extra” por estas
actividades formativas (su inventiva extractora carece de límites). Pero aún
más, nos pasábamos las tardes y los festivos haciendo investigación, publicando
artículos científicos que la Administración siempre ha considerado algo
marginal, apoyada en la filosofía sindical de enrasar a todo el mundo sin tener
en cuenta el mérito. Es una evidencia científica que los servicios médicos que
investigan desarrollan una práctica clínica de mayor calidad. La investigación,
señoras y señores, salva vidas.
Las nuevas generaciones ya no son así
y lo dejan muy claro desde el principio: no van a renunciar ni a un minuto de
su espacio personal, no prescindirán de un día de vacaciones y tampoco de una
libranza de guardia. Es muy común que, al acabar la residencia, se les ofrezca
un contrato y lo rechacen porque prefieren hacerse un viaje de 4 meses para desestresarse
un poco (eso en mi época hubiera sido un hecho inaudito). Saben (y no les falta razón) que igualmente tendrán trabajo, que podrán elegir entre varias opciones
y que el curriculum no tendrá apenas impacto en su sueldo o en la carrera
profesional. A ello hay que sumarle otro hecho: lo que ganaba un médico (eso
sí, trabajando de sol a sol) en la generación de mis padres les daba para
hacerse con un estimable patrimonio. El contrato tácito del capitalismo (produce
mucho y tendrás mucho) ha dejado de funcionar (ahora sería "especula mucho y tendrás mucho"). Y como no van a ganar mucho, han decidido
trabajar lo justo. Las especialidades
más solicitadas en el examen MIR son las que más ganancias proporcionan en el
sector privado ¿Y se les puede culpar por ello? No lo creo, simplemente han
adoptado los valores que la sociedad difunde. Esto no va a cambiar.
-La Atención Primaria. Dentro del colapso
general del sistema, la AP se lleva la palma. ¿Por qué pocos médicos se deciden
por esta especialidad? Muy fácil, porque a los médicos les gusta hacer de
médicos y, tal y como la AP está organizada hoy en día, la mayor parte del
tiempo hacen de administrativos cubriendo recetas, escribiendo informes para la
Administración, gestionando bajas o atendiendo problemas banales (“me ha salido
un grano” o “me duele el codo”). No puede ser que se “desperdicie” el valor
añadido que puede dar un médico vigilando cifras de colesterol o tensión
arterial y que alguien con un dolor abdominal agudo e intenso, no pueda ser
correctamente examinado en tiempo y forma en su centro de salud. La AP necesita
una revolución radical, redefiniendo el papel y funciones de la Enfermería
(hacia una orientación asistencial), retirando la gestión de bajas de los
médicos y llevándola a la Inspección, dotando a los centros de salud de
material adecuado para hacer diagnósticos rápidos (radiografías, ecógrafos…) y
redistribuyendo la localización de los puntos de atención por carga de trabajo
y no por criterios políticos. No se hará.
-La población general es cada vez más
demandante. Los motivos de consulta se han multiplicado en los últimos años y muchos
ciudadanos abusan del sistema sanitario, acudiendo a consulta ante el primer
moco o dolor de garganta. Es posible que esto también se haya fomentado desde
los medios de comunicación, exagerando el alcance de problemas que forman parte
de una vida normal. A todo el mundo le duele algo de cuando en cuando o tiene
un episodio de gastroenteritis. Lo razonable (salvo en contextos específicos)
es tomarse algo y esperar que se pase. Esto tampoco va a cambiar.
Todo seguirá igual, salvo que cada
vez será peor, porque no hay ninguna solución. Ni siquiera vale ya invertir más
dinero y contratar médicos, sencillamente porque no hay médicos que contratar.
Se traen especialistas de otros países, en muchos casos con peor formación,
como mal menor y con un trasfondo moral reprochable (dejar sin médicos a los
países más pobres), pero eso no es suficiente. ¿Qué va a ocurrir entonces? Pues
muy fácil, los agujeros que irá dejando la sanidad pública van a ser ocupados
paulatinamente por la sanidad privada, que tendrá cada vez más protagonismo y,
en último término…el que tenga dinero será bien atendido y el que no lo tenga
se conformará con una sanidad pública paupérrima. Pido disculpas por no poder
ser optimista en esta ocasión.
Es una consecuencia más de la decadencia de nuestra sociedad, y no la menos importante. Si los medios estuvieran voceando todas estas verdades en vez de vivir en un gran hermano otro gallo nos cantaría
ResponderEliminarTrabajo en pública (jefe de servicio) y privada (dueño de consulta familiar). Coincido con todo salvo que en la privada también estamos mal. Las mutuas abusadoras de los médicos pagan muy mal, igual casi que hace 30 años, aparte de condiciones casi abusivas algunas veces. No encuentro médicos para cubrir ni pública ni privada, pues algunos de la privada prefieren la comodidad de su sueldecito X a final de mes trabajando sus X horas, en vez de machacarse a volumen de mutuas para generar un sueldo digno.
ResponderEliminarBurbuja a punto de reventar. La dedicación esclavista y abnegación de los médicos se ha terminado.
Y en lo que concierne a los médicos qué propone usted? Que no tengamos derecho a vacaciones? Prohibir que nos pongamos enfermos? Suspender nuestro derecho a no trabajar para cuidar a un hijo recién nacido? O directamente prohibir a los médicos que tengamos hijos?
ResponderEliminarOjalá la gente como usted se jubile lo antes posible. Ojalá no llegue usted a nada en gestión sanitaria nunca. La gente como usted sobra.