Pequeña guía para electores racionales.

 



Comparto mis reflexiones y dudas ante unas venideras elecciones reñidas, y este breve texto va dirigido a la minoría de electores racionales, ya que los votantes ideológicos nunca se plantearán el sentido de su voto, está decidido fuere cual fuere el desempeño o la propuesta de su partido.

Desde mi punto de vista, lo primero que se debe hacer es analizar la actuación del gobernante: él es acto mientras que los demás son verbo. Podemos evaluar si lo que realmente importa (economía, sanidad, educación, etc) está mejor ahora que antes, pero ésta no es una labor sencilla, ya que los datos disponibles no siempre son fiables y, además, están sujetos a una interpretación sesgada. Por ejemplo, parece que casi nadie discute que las cifras macroeconómicas de España son razonablemente buenas (si dejamos a un lado la enorme deuda del país), pero se puede alegar con justicia que los ciudadanos pierden poder adquisitivo a marchas forzadas. Además, hay aspectos que sí tienen que ver con lo ideológico y que no se pueden obviar: el concepto de país, las relaciones con las Autonomías, etc. Estos aspectos son todavía más difíciles de juzgar. Se puede sentir un profundo rechazo por las alianzas que ha establecido el PSOE para mantener el poder, y también por la supresión del delito de sedición, pero no es menos cierto, por ejemplo, que el independentismo catalán está en caída libre. En fin, cada cual debe llevar a cabo este complicado proceso evaluativo de la forma más desprejuiciada posible, pero me pregunto si, de haber otro gobernante que concitase menos antipatía que el actual, la impresión general del pasado periodo legislativo sería bien diferente.

Los que desaprueben el desempeño gubernamental deberán tomar partido por otra opción. La que promete un seguimiento mayoritario es votar al PP. Pero, si vemos su programa electoral, no se prevén grandes cambios. No se modificará la reforma laboral, ni tampoco se explicitan grandes cambios en sanidad, educación, política lingüística o relaciones con las Autonomías. Derogación de la ley del “sí es sí”  y poco más. ¿Es eso realmente derrocar al sanchismo o es un mero quitar a uno para poner a otro? Extinta la alternativa más natural para los electores racionales (Ciudadanos), podemos volver la vista a los extremos, que sí prometen giros radicales. Y aquí se presenta el verdadero dilema del elector: elegir lo que se crea mejor para la sociedad en su conjunto o lo que pueda resultar mejor para uno mismo. Tomar partido por el país está lejos de ser sencillo, ya que se debe confiar en que un determinado modelo social o económico será efectivo en el futuro. Pongamos un ejemplo. Es poco discutible que el modelo económico liberal ofrece mejores resultados que el comunista, pero también debemos reconocer que la extrema izquierda apostó por el aumento de sueldos ante una oleada de críticas neoliberales (destruirá empleo, desincentivará nuevas contrataciones… pronósticos que el tiempo ha “falsado”). Otro ejemplo: está demostrado que el neoliberalismo crea riqueza, pero también que ésta se distribuye de forma desproporcionada y que la desigualdad aumenta progresivamente en las sociedades occidentales. Con todo ello, lo más sencillo es comportarse de forma egoísta y elegir aquello que más nos pueda beneficiar a nosotros mismos, confiando en que, de la suma de egoísmos, resulte la mejor opción para la sociedad en su conjunto. Los extractores, las personas que aspiran a un futuro subvencionado, posiblemente optarán por una alternativa de izquierda-extrema izquierda. ¿Y los productores? En buena lógica, deberían decantarse por la opción que les extraiga menos, y la extracción en las sociedades modernas se lleva a cabo a través de los impuestos. No cabe ninguna duda de que VOX ofrece la mejor propuesta en términos de impuestos para los productores. ¿Por qué entonces este partido no es una alternativa de gobierno y, posiblemente, no llegará a serlo nunca? Razonablemente se podría argumentar que la historia enseña que la extrema derecha, más allá de juicios morales, no ha sido capaz de llevar la prosperidad a un país. Y también se podría contraargumentar que en el marco político actual (España como parte de la Unión Europea), un VOX gobernante se vería obligado a la moderación tal y como está ocurriendo con Hermanos de Italia.

En fin, ponderación de la acción del gobierno actual, evaluación de las diferentes alternativas según una perspectiva social o individual si se desaprueban los resultados de la pasada legislatura. A la postre ¿no terminamos todos votando según un impulso poco racional?

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