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Los gemelos oncológicos (y tres)

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  Tenía prisa por largarme de allí, la compañía de ese tipo me disgustaba, y ese disgusto se manifestaba con desagradables sensaciones físicas, algo parecido a una marea nauseosa que me costó contener. Su olor personal, su desaliño, sus ademanes chulescos, el tono burlón de su voz…todo ello traducía resentimiento hacia mí y hacia los que son como yo, personas que han alcanzado un estatus social a base de esfuerzo y mérito. El típico resentimiento de clase de quien no ha logrado sacar la cabeza de la mediocridad, quien ha visto una y otra vez, a lo largo y ancho de su vida, como otros se llevaban las mejores calificaciones, los mejores trabajos y las mujeres más atractivas. Un tipo cuyo mundo ideal sería el regido por un gobierno comunista que aupase a las clases desfavorecidas, a los que fueron perdedores en las aulas, que le encaramase a un puesto de responsabilidad que le permitiese segar a los meritorios, a los mejores, a los que le habían superado en deportes y en matemáticas, ...

Los gemelos oncológicos (dos).

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Me pasé la lengua por los labios, pero ni siquiera el regusto del scotch que me acababa de meter entre pecho y espalda me libró de la sensación de repugnancia que me había dejado la conversación con el “gemelo”. Un llorica incapaz de asumir sus propios actos. Un tipo rebosante de hipocresía moral. Me he encontrado con cientos como él a lo largo la existencia, niños-bien, mimados por la vida, tipos que no han tenido que enfrentarse a verdaderos problemas, con un trabajo bien remunerado, con una esposa que su madre no hubiera dudado en elegir para ellos, con hijos modélicos… verdaderos clichés vivientes. Y entonces, claro, llega el golpe y todo ese frágil andamiaje moral se cae a pedazos. Y en lugar de mostrar entereza, de reconocer que todo lo anterior no era más que una ridícula comedia, se torturan y lamentan por la pérdida del paraíso. Vale, muy bien, pero que no me dé a mí el coñazo, joder. Que me deje tranquilo y no me asalte por la calle para tranquilizar su estúpida conciencia bu...

Los gemelos oncológicos.

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  De alguna forma lo sabía (creo que, llegado el momento, todos lo sabemos), así que la noticia no me cogió desprevenido. -¿Es grave, doctor? -Pues sí, muy grave, es un cáncer para el que se están desarrollando tratamientos prometedores, pero todavía no tenemos resultados definitivos. El tono de su voz, su aspecto de hombre maduro y elegante, la forma de mirarme directamente a los ojos, afectuosa sin asomo de fingimiento… todo él transmitía cercanía. -Sin embargo, tengo algo que ofrecerle. ¿Ha oído hablar de los gemelos oncológicos? -¿Gemelos oncológicos? No sé a qué se refiere usted. El especialista apoyó los codos en la mesa y juntó las manos para acercarse a mí, supongo que en un intento de superar la barrera que la mesa de una consulta impone entre las dos partes de una entrevista clínica. -Así les llamamos. Son personas que, por dinero, se dejan implantar el tumor que está sufriendo un paciente. La misma línea celular, en el mismo órgano. En estas personas podemos ir ensayando...

Con mis propias palabras.

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  https://www.youtube.com/watch?v=kJGcL9tF6wY

¿Debemos trabajar los sábados los médicos de hospital?

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  Los/las médicos somos bien conocedores de lo que se ha dado en llamar “el efecto fin de semana” en los hospitales. Entre la hora de salida del viernes (15 h) y la de entrada los lunes (8h) trascurren 65 horas, y se especuló mucho sobre si, en el caso de que los/las médicos no visitasen a los pacientes durante este largo periodo de tiempo, ello pudiera aumentar el riesgo de mortalidad. Hay abundante bibliografía sobre el impacto del “efecto fin de semana” sobre la mortalidad en los pacientes ingresados por cualquier patología (Bell et al. NEJM 2001), y también sobre pacientes ingresados por patologías concretas como infarto de miocardio (Kostis et al. NEJM 2007), insuficiencia cardiaca (Elola et al. Rev Esp Cardiol. 2024), y un largo etc. Según Antonio Zapatero, que lo ha documentado con el equipo de gestión clínica de la Sociedad Española de Medicina Interna, este fenómeno ha dejado de ser una intuición informada para convertirse en una evidencia científica. En países como España...

La “revolución cultural” en medicina.

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  Creí necesario dar una patada al avispero para manifestar una opinión que es compartida por muchos/muchas de mis colegas y que ha permanecido demasiado tiempo oculta. En absoluto es un ataque a la profesión médica (si no hubiera un gran número de personas honestas no tendríamos sanidad pública a estas alturas) y más bien se podría considerar una autocrítica que tiene por objetivo la mejora de la atención al paciente. Tampoco es una oposición al buen uso de las medidas sociales, es una denuncia del abuso.   Llevar una bata blanca no conlleva el automático reconocimiento social, cada uno debe ganárselo con su propia trayectoria profesional. Y nosotros no somos diferentes de otras personas que desempeñan otros cometidos, aunque el oficio de médico, por sus implicaciones, por el hecho de que los pacientes depositan su confianza en nosotros en una situación de indefensión, sí es especial, y moralmente más exigente. Si somos capaces de dejar a un lado el ruido y la furia, si presc...

En defensa del oficio de médico (tal y como yo lo entiendo). Aclaraciones.

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  La verdad es que no pensaba escribir más sobre este asunto, pero visto el revuelo que se ha armado (no puedo decir que me sorprenda, sé en qué mundo vivo) me veo obligado a aclarar algunas mentiras y tergiversaciones que ha suscitado mi escrito. Mentiras y tergiversaciones que, por cierto, me han llegado por terceras personas, ya que yo no hago uso de las redes sociales. -¿Por qué lo hice, sabiendo que sería un asunto realmente polémico, a contracorriente? Lo hice porque, en uso de mi libertad de opinión, creí necesario exponer  la forma en la que yo (y muchos otros, no se engañen) vivimos nuestra profesión. Y lo creí necesario porque presencio, con gran preocupación, una corriente que va en contra de los valores que me hacen estar orgulloso de llevar una bata blanca. Los valores son: dedicación, compromiso y servicio a los pacientes. Y no estoy de acuerdo con las reiteradas quejas que últimamente llenan páginas de periódicos o programas de radio y televisión. Lamentacione...